En una noche despejada y situados en un lugar oscuro, se pueden llegar a contar hasta 3 mil estrellas. En total, hay unas seis mil estrellas visibles a simple vista. Pero hay muchas más que no pueden verse sin ayuda de instrumentos ópticos. Cuando Galileo Galilei dirigió su telescopio hacia la Vía Láctea, quedó estupefacto. A simple vista, la Vía Láctea es una nubosidad que cruza el cielo. Con un instrumento óptico, sin embargo, Galileo descubrió que estaba compuesta por una innumerable cantidad de estrellas débiles. El cielo está lleno de estrellas.
A través del telescopio, los astrónomos que sucedieron a Galileo descubrieron muchos otros objetos invisibles hasta ese momento. A comienzos del siglo XX se descubrió que la Vía Láctea era un conglomerado de cientos de miles de millones de estrellas rodeado de un gran vacío. A cierta distancia se encuentran otras galaxias, algunas pequeñas y otras de similar tamaño. Dos galaxias enanas que orbitan a la Vía Láctea pueden verse a simple vista desde el Hemisferio Sur: las Nubes de Magallanes. La galaxia normal más cercana también se ve a simple vista: es la Gran Galaxia de Andrómeda. No puede observarse desde una ciudad con contaminación luminosa, pero sí desde cielos oscuros. Está a casi tres millones de años luz de distancia, por lo que la vemos tal y como era antes de que apareciera los homínidos en la Tierra.
La humanidad ha crecido a la luz de las constelaciones, a las cuales ha mitificado con nombres de héroes y animales legendarios. Las estrellas, incluída el Sol, han servido de inestimable ayuda para agricultores y navegantes. Pero en el espacio intergaláctico, no hay estrellas ni constelaciones. Si pudiéramos viajar fuera de la Vía Láctea, a mitad de camino hacia la galaxia de Andrómeda, no veríamos ningún punto luminoso, solo una gran oscuridad salpicada por algunas nebulosas: la luz de las galaxias más brillantes.
Al igual que las estrellas se agrupan en galaxias, las galaxias se agrupan en cúmulos de galaxias. Una de las prioridades del Telescopio Espacial Hubble fue determinar la distancia a los principales cúmulos de galaxias para calcular de esta forma el ritmo de expansión del Universo. Recientemente, los científicos del Hubble han publicado una espectacular imagen de los aledaños de la galaxia ESO 235-G400, situada en la constelación de Centauro. Esta galaxia está situada a 463 millones de años luz, más de 150 veces la distancia que nos separa de la galaxia de Andrómeda. Se trata de una galaxia elíptica con una masa de cien mil millones de soles. La luz que vemos ahora partió cuando en la Tierra los arrecifes y peces comenzaban a dominar los océanos.
En la imagen podemos ver algunas estrellas brillantes, que pertenecen a la Vía Láctea. Pero estudiando con detenimiento la imagen podemos descubrir un enorme zoo cósmico. Alrededor de la galaxia elíptica orbitan miles de cúmulos globulares. Los cúmulos globulares son “pelotas” estelares compuestas por decenas de miles de estrellas. Si existieran planetas en estos cúmulos globulares, las noches deben ser algo muy diferentes a las nuestras, debido a la cantidad de estrellas brillantes que poblarían su cielo.
Mediante el tratamiento de la imagen, los científicos lograron descubrir una ténue lente gravitacional: la luz de una remota galaxia es desviada por la gravedad para formar un anillo de Einstein. Los astrofísicos dan gran valor a estos fenómenos ya que ayudan a estimar la masa de las galaxias que actúan de lente.
El resto de objetos situados en la imagen son galaxias. Las más brillantes forman parte del mismo cúmulo de galaxias al que pertenece la galaxia elíptica ESO 235-G400, por lo que se orbitan mutuamente. En este cúmulo no solo hay galaxias elípticas, sino también espirales, como las situadas en el centro y en la esquina inferior derecha.
Pero dejando aparte las estrellas de primer plano situadas en la Vía Láctea, y las galaxias y cúmulos globulares en la vecindad de ESO 235-G400, el fondo de la imagen está plagada de débiles objetos. Aunque puedan parecer estrellas débiles, en muchos casos podemos distinguir formas irregulares… se trata de galaxias situadas mucho más lejos. ¿Cuántas somos capaces de contar? Si dispusiéramos de suficiente tiempo para realizar un mapa del cielo a esta escala, ¿cuántas galaxias pequeñas y remotas como éstas podríamos descubrir? ¿Tendrían alguna peculiaridad predominante? ¿Se distribuían más homogéneamente que en la actualidad?
Esta ventana al Cosmos tiene unos 3′ (minutos de arco), un décimo del diámetro aparente de la Luna. Al observar estas galaxias, estamos remotándonos tiempo atrás en el Cosmos. Los astrofísicos y cosmólogos pueden así comprobar sus teorías sobre la formación y evolución de galaxias, comparando las características de las más lejanas y las más cercanas. Actualmente, se piensa que al comienzo el Universo estaba dominado por pequeñas galaxias, que con el paso del tiempo fueron fusionándose para dar lugar a galaxias más masivas como la Vía Láctea.
Debido a la expasión acelerada, las fusiones de galaxias son cada vez menos habituales. Es posible que llegue un día en el que en el horizonte del Universo visible no haya ninguna estrella, ni galaxia, ni ningún otro objeto celeste que observar. Mucho antes de llegar a ese final desolador, la Galaxia de Andrómeda y la Vía Láctea danzarán un valls galáctico, hasta fusionarse mutuamente. ¿Quedará algún legado de nuestra civilización para entonces?
Más información
- Nota de prensa e imágenes, Telescopio Espacial Hubble (en inglés).
- Campo Profundo del Hubble, Telescopio Espacial Hubble (en inglés).