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España entrará en el ESO
Javier Armentia

Mira, la estrella cometaO sea, que formará parte del European Southern Observatory. Estaba casi cantado, lo malo es que llevaba casi cantado desde hacía mucho tiempo, demasiado en opinión de muchos de los astrofísicos españoles. Lo cierto es que ya desde mediados del año pasado se sabía que las negociaciones iban finalmente a culminar en la firma de la adhesión, posiblemente las reticencias venían del pago inicial para asociarse, que es, evidentemente, alta. En la reunión científica anual de la Sociedad Española de Astronomía (SEA) del año pasado, celebrada en septiembre del año pasado ya se dedicó una completa sesión al tema, y en las JENAM celebradas en Granada también en septiembre, la presencia de responsables de ESO y de las altas instancias de la política científica permitían comenzar el proceso que se cerró ayer con la firma de la Ministra de Educación y Ciencia, María José San Segundo y de la directora de ESO, Catherine Cesarsky. El ingreso tiene ya fecha: el próximo 1 de julio

Los medios recogen hoy la noticia (El Correo, El País, Abc, El Mundo, por poner unos ejemplos) y todos hablan de la importancia del fenómeno, y de lo que es ESO, «el mayor organismo europeo de investigación científica», de su fundación en 1962, de que estaban Alemania, Bélgica, Dinamarca, Francia, Italia, Países Bajos, Portugal, Reino Unido, Suiza y Finlandia. Se habla, claro, de las instalaciones: los observatorios chilenos de La Silla, Cerro Paranal, Chajnator, de su sede central en Garching bei München. Se habla de los proyectos como ALMA… Se habla del importante papel de la astrofísica española en el panorama mundial (la nota de EFE nos coloca en un octavo puesto, con un 5,79% de los artículos made in Spain, por encima de un promedio en ciencia de un 3,02%). ABC menciona que la comunidad astrofísica española cuenta con 500 miembros y treinta instituciones. Se habla de la cuota de ingreso (66,3 millones de euros, 49 en metálico y 17 «en especie», como transferencia de tecnología y -sobre todo- tiempo de observación en el GTC, Gran Telescopio de Canarias, la principal infraestructura astronómica en realización y a punto de ver su primera luz) y de la cuota anual (10 millones de euritos). El Mundo incorpora algún otro dato, sobre la posibilidad de que en el Roque de los Muchachos se instalen futuros telescopios de ESO, apuntando al futuro ELT -telescopio extremadamente grande, los astrónomos tienen su coña con esto- sobre el que se desarrollan actualmente proyectos. Se habla del importante retorno de esta colaboración, que además permitirá una proyección mayor y más medios a los astrofísicos españoles.

Pero poco más… y es curioso porque la noticia da para mucho más. Un detalle interesante, sólo en El País veo que se recoja la opinión de alguno de los científicos implicados. Citan a Xavier Barcons:

«Los astrónomos españoles estamos encantados de la vida con la entrada en el ESO», dijo Xavier Barcons, científico del Instituto de Física de Cantabria y uno de los artífices del acuerdo. «El ESO tiene equipos punteros que, como conjunto, son únicos en el mundo. Además, esto nos da la oportunidad de colaborar en el desarrollo de nuevos instrumentos, una asignatura en la que en España hay que meter aún muchísimo más esfuerzo».

¿Eso es todo?

Realmente el tema da para mucho más. Porque uno podría preguntares por qué no se ha producido este ingreso antes, muchísimo antes, decenas de años antes. Llevo toda mi vida de astrofísico (21 años ya) escuchando a los colegas el absurdo que suponía que España no se integrara ya en ESO, especialmente porque de hecho un porcentaje muy importante de astrofísicos españoles han venido colaborando en proyectos con ESO, realizado investigaciones y observaciones con los telescopios chilenos, y sufriendo, por no ser socios, complicaciones sin cuento. Si el principal motor de la astrofísica europea es ESO, y lo es desde hace más de veinte años, ¿por qué en España, donde la astrofísica ha estado a menudo como objetivo prioritario de los planes de ciencia, no movía ficha?

Se ha solido comentar dentro de la profesión que el peligro principal de integrarse sin más en ESO era que no se asegurara bien la permanencia de lo que teníamos en casa. Es evidente que España dedica poco a la ciencia, y aunque la astrofísica no es la rama del saber peor tratada, lo cierto es que también supone un compromiso importante: los observatorios astronómicos resultado de acuerdos internacionales que tienen sede en nuestro territorio no deberían quedar desatendidos por falta de dinero, o de interés de la administración. Es algo que posiblemente no se conoce bien desde fuera del mundillo, pero lo cierto es que hay que tener en cuenta la existencia de institutos como el IAC (Instituto de Astrofísica de Canarias), los observatorios canarios (del Teide y del Roque de los Muchachos) y el enorme -y complejo (y pondremos entre paréntesis también con tan complejo proceso de desarrollo, no sólo en lo político y económico)- GTC. O la no menos compleja historia del Centro Astronómico Hispano-Alemán de Calar Alto, de donde los alemanes ya están casi retirados. O todo el complejísimo desarrollo de los institutos -los dependientes del CSIC, del Observatorio Astronómico Nacional – IGN, del ROA, del LAEFF…-, dependencias ministeriales y demás mogollones de los que sería demasiado prolijo hablar en detalle en este momento. Si sumamos al tema, porque hay que sumarlo, que el Plan Nacional de I+D+I vigente (2004-2007) fue diseñado por un gobierno del PP y posteriormente retomado por uno del PSOE, con cambios en toda las escalas ministeriales, podemos siquiera vislumbrar que la situación es, de por sí, bastante complicada. Y se nos olvidaba añadirle al cóctel la perspectiva espacial, donde la astrofísica espacial también cuenta, y también se lleva dineros, los de la participación española en la ESA y en proyectos concretos de investigación astronómica. ¿Mencionamos ademas, de pasada, al Centro de Astrobiología, o al Instituto de Astrofísica de Andalucía?

¿Qué tiene que ver todo esto en el asunto de la integración en ESO? Bueno, podemos entenderlo de manera sencilla: es muy natural que durante muchos años hubiera recelos en los sectores interesados en promocionar, por ejemplo, el IAC y proyectos como el GTC, de que la cuota de socio de ESO fuera en detrimento de los proyectos propios. Sería injusto responsabilizar al IAC de esta demora. El propio director del IAC escribía en el boletín de la SEA un recuento de las negociaciones que tuvieron lugar hace ahora 10 años (otro momento en el que se estuvo a punto de entrar en ESO e incluso se llegaron a negociar en detalle las cuotas y se hablaba de incorporar nuevos telescopios de ESO en el Roque). La versión de Francisco Sánchez no era compartida por otros astrofísicos, que vieron en aquella época establecerse un binomo maldito: o gran telescopio en Canarias o meterse en ESO. Realmente no sólo pasaba eso con el IAC, porque el futuro incierto de la colaboración con los alemanes en Calar Alto, la propia dinámica de los institutos y departamentos universitarios, iba complicando la cosa.

Ahora, con el GTC casi finalizado (inciso: a ver si es cierto, porque este año toca inauguración, que la ministra San Segundo lo afirmaba a finales de julio del año pasado: «La Palma tendrá garantizado un punto muy relevante en las noticias científicas después de que el GTC vea sus primeras luces de observación», dijo pero en las noticias del GTC no aparece aún la fecha), decíamos que con el GTC a punto de caramelo, parece que la apuesta de ESO es la más inteligente para el futuro desarrollo de nuevas infraestructuras astronómicas, que tienen un tamaño, complejidad y presupuesto que exige colaboración internacional intensa. Igualmente, para soportar a esa comunidad de medio millar de astrofísicos, es preciso afianzar colaboraciones científicas, asegurar uso de telescopios punteros en los dos hemisferios (y la opción ESO asegura la plataforma necesaria del Hemisferio Sur).

En fin, que se trata, objetivamente, de una buena noticia, y además de una noticia muy importante. Personalmente, y volviendo al tema que nos ocupaba hace unos días del asunto de los titulares de ciencia y las portadas de los medios, creo que esto era, desde luego, de primerísima plana y posiblmente de nota editorial, amén de articulillos de opinión -alguno, de verdad, espero que llegue al menos-. Nada, que bienvenidos a ESO.

ESO