«La Ciencia en ningún momento está totalmente en lo cierto, pero rara vez está completamente equivocada y tiene en general mayores posibilidades de estar en lo cierto que las teorías no científicas».
-Bertrand Russell.
Científico u hombre de ciencia. ¿Qué es ser científico para la mayoría de la gente? Probablemente entre las respuestas que más abunden en cualquier encuesta con esta pregunta estén:
- Alguien que realiza investigación.
- Investigadores en un laboratorio de Universidad o Instituto.
- Personas extravagantes que sólo piensan resolver problemas.
- Seres solitarios lejos de la realidad.
- Con diversas variantes, quizá muchas de las respuestas se aproximen a las aquí
planteadas.
Lo cierto es que, a pesar de que vivimos al menos por doce años en un sistema educativo que indica claramente en el artículo tercero de la Constitución mexicana que «En la escuela deben enseñar los descubrimientos de las ciencias». Esto significa una educación fundamentada en una perspectiva eminentemente científica y se nos dificulta responder la pregunta anterior.
Ciencia y educación
Se antoja lo anterior a vivir un proceso escolarizado donde podríamos recrearnos en el desarrollo científico, acorde a cada nivel y obviamenter aterrizando en el presente. Algo que nos daría una perspectiva, ante todo, del pensamiento científico.
Sin embargo, algo ocurre. La Matemática, Física y Química, ciencias puras, se convierten en la pesadilla de estudiantes de todos los niveles y generan los más altos índices de reprobación y traumas que empujan a la mayoría de los estudiantes, a buscar aquellas profesiones que tengan la menor relación posible con ciencias. Curiosamente, tales estudiantes optan por las ciencias sociales, permeadas como máximo por la Probabilidad y Estadística en forma operativa para la investigación de campo.
Pero, el calificativo de ciencias se antoja el implicar un pensamiento científico en todas aquellas que se asocien con lo social. ¿No merece la sociedad el tratamiento de una búsqueda sistematizada de aproximación a la verdad en las leyes, la sociología o la psicología? Tal parece que no, porque tales disciplinas son permeadas por el vaivén de las circunstancias, los intereses políticos y el estatus de mercado.
También durante tal proceso escolar llevamos al menos Metodología de la Ciencia o Técnicas de Investigación. Temo que la materia o cátedra de Filosofía de la Ciencia es una gran ausente incluso de cursos universitarios. Sin embargo, con casos execepcionales, tales materias son protocolos o recetarios al cobijo del gran Mario Bunge.
Ciencia y medios
El tiempo pasa y, como ciudadanos comunes, enfrentados a la cotidaneidad y la supervivencia, terminamos ajenos al mundo aquel que se nos plantea lleno de ciencia y tecnología como la albacea del futuro de la humanidad. En cambio, los medios nos enfrentan constantemente a las amenazas de la ciencia, como son las armas nucleares, los agentes contaminantes, la investigación médica equivocada, los asteroides que pueden impactarse con la Tierra y las tormentas solares.
Una actitud hacia la vida
Entonces, repito: ¿qué son los científicos? ¿qué es la ciencia? Científico no es trabajar en un laboratorio, estar despeinado o ausente. Científico es una actitud ante todo y, lamentablemente, aquello que precisamente no se enseña en la escuela. ¿A qué actitud me refiero? A la fundamental de una persona con actitud científica: una capacidad de asombro que lo lleva a la búsqueda y un escepticismo necesario para cuestionar todo, incluyendose a sí mismo.
La gran diferencia que tenemos del resto de las especies es precisamente la capacidad de cuestionar, de preguntar. No sólo de sobrevivir. Esto es evidente y constante durante la niñez. Si no lo recordamos en nosotros, lo podemos ver y experimentar en cualquier niño. Simplemente el querer saber, comprender. Cuando a esa actitud le imprimimos la de la duda, después de ser nosotros mismos las victimas, habremos de ver a alguien que cuestiona cada situación.
Luego, en la escuela, la ciencia no sería específicamente la ecuación de la gravedad de Newton, sino la reflexión que lo llevó a ello, o una ecuación de segundo grado sino el cómo llegar a ese cuestionamiento. La resultante: Seguiríamos como cuando fuimos niños preguntando y también dudando de las respuestas.
En síntesis: ser científico no es trabajar en un laboratorio o dedicarse a investigar el orígen del Universo. Ser científico es una actitud de preguntarse constantemente y de dudar, en principio de nuestras creencias y de lo que se nos plantea.
Así, un albañil, una ama de casa, un empleado, un intendente o un obrero, pueden tener una actitud más científica en un momento dado que un profesionista, al simplemente tener la capacidad de cuestionar. La actitud científica, finalmente, no depende del nivel escolar. Esto engloba desde las noticias en el periódico, los enunciados de los políticos, las noticias científicas o la sentencia del profesor. Esto implica, un constante crecimiento como seres humanos y una aproximación, aunque no total pero si cada vez mayor, a la verdad.
Por ello, ser científico no es una profesión, sino una actitud que puede tener cualquiera de nosotros.
Antonio Sánchez Ibarra pernetece al Área de Astronomía de la Universidad de Sonora, México