La primera vez que pude contemplar las Nubes de Magallanes, hace unos 12 años, el corazón me dio un vuelco. ¡Estaban allí! De veras, parecían dos nubecillas en la noche, sorprendentes, pero parecían desafiantes, como diciendo: aquí estábamos desde hace mucho, pero no habías tenido la suerte de bajarte al otro lado de la Tierra para vernos, pardillo. Su brillo no es uniforme y rápidamente uno intenaba encontrar formas.
Había leído que la llamada nebulosa de la Tarántula se percibe claramente en la Gran Nube de Magallanes. En efecto, había una especie de estrella difusa brillando ahí, pero las condiciones de observación no eran las mejores. A pesar de encontrarme a unos 4.000 metros de altura en el altiplano boliviano, con un cielo espléndido, la constelación de Dorado caía en esa época (unas horas antes del amanecer del solsticio de invierno -estaba junto a Tiwanaku para contemplar la celebración de la fiesta solar-) a poca altitud sobre el horizonte sureste.
Ayudándome de unos prismáticos pude, afortunadamente, pasearme con más detalle y ver el manchorrotón de luz de esa gigante región H II. Como suele pasar, reconocer una tarántula ahí es poco menos que imposible. En cualquier caso, pensar que estaba viendo un objeto a 160.000 años-luz de distancia sobrecogía. El frío también: estábamos a unos 10 grados bajo cero y los ojos se empeñaban en soltar lágrimas dificultando la observación.
Poco a poco comenzaba la luz de la mañana, las comunidades aymaras se comenzaban a agrupar en el recinto arqueológico para comenzar la fiesta, mejor dicho, seguir la fiesta con los bailes y danzas de salutación al Sol, porque durante la noche habían corrido los litros y litros de aguardente (singani), las hojas de coca, todo lo que se podía encontrar. Había también como cientos de turistas de esos nueva era, que buscaban acaso unas energías místicas de esas que comenzaba ya a promocionar Shirley McLaine. Por encima de las huipalas con el damero arco iris, de las asonantes melodías y de todo el mogollón, yo había visto por vez primera las Nubes de Magallanes.
Esto me ha venido ahora al recuerdo al ver las nuevas imágenes de esa región del cielo que proporciona el European Southern Observatory (ESO) y el Telescopio Espacial Hubble.
Regiones H II
H II hace referencia al Hidrógeno ionizado. El H I es el hidrógeno neutro y así el H II el que ha perdido un electrón. Más bien su electrón, porque si recordamos cómo era este sencillito pero a la vez abundante átomo, con su protón y su electrón, en cuanto lo ionizas un poco se queda el protón tieso.
Así que regiones HII son zonas donde el Hidrógeno se ha ionizado, donde hay protoncillos por ahí dando vueltas… normalmente por culpa de una fuente de energía que es capaz de ionizar el Hidrógeno. Suele ser la presencia de estrellas masivas y luminosas cercanas lo que produce la luz necesaria para calentar la nube a unos 10.000 K. Normalmente, además, esto se produce en zonas donde se está dando formación estelar: es la luz de las estrellas recién nacidas la que ioniza la nube de gas (Hidrógeno) provocando que emita luz.
Más información
- Nota de prensa, ESO (en inglés).
- Nota de prensa, Telescopio Espacial Hubble (en inglés).