NGC 7331 es una preciosa galaxia espiral bastante inclinada a 50 millones de años luz. Situada en la constelación de Pegaso, no es difícil encontrarla con un telescopio de aficionado de tamaño medio (a partir de 150 mm de abertura). Fue descubierta por William Herschel en 1784, quien ya percibió que tenía mucha radiación infrarroja. Se trata, por cierto, de una galaxia bastante similar a lo que creemos que es nuestra galaxia, la Vía Láctea.
La imagen es una composición en falso color de 4 imágenes diferentes en distintos filtros infrarrojos: 3,6 micras en azul, 4,5 micras en verde, 5,8 micras en amarillo y 8,0 micras en rojo (por lo tanto, al incrementar el color incrementamos la longitud de onda). La luz infrarroja que vemos en esta imagen se origina de dos formas distintas: en longitudes de onda más corta (entre 3.6 y 4,5 micras), la emisión proviene básicamente de estrellas mucho más viejas y frías que nuestro Sol; en longitudes de onda más largas (5,8 a 8,0 micras) recogemos la luz que emite el polvo de las nubes interestelares. Este polvo consiste básicamente en una gran variedad de moléculas de carbono, muchas de ellas del tipo orgánico conocidad como hidrocarburos policíclicos aromáticos (sí, ésas cosas hay por ahí fuera). La existencia de polvo está muy relacionado con la formación estelar, puesto que estos materiales (que han sido sintetizados en generaciones anteriores de estrellas), al estar dentro del medio interestelar, pueden llegar a formar parte de la composición química de nuevas estrellas. Precisamente, el polvo es un tema clave en la formación estelar, al servir como refrigerante de las estrellas en formación: la luz muy energética (ultravioleta) emitida por las estrellas en formación es absorbida por estos granos de polvo, permitiendo así que lleguen a formarse las estrellas. La luz absorbida por los granos de polvo es reemitida como radiación térmica (de calor) en el infrarrojo. Sin el polvo no se entiende bien la formación estelar, de hecho actualmente hay mucha discusión sobre cómo se formaron las primeras estrellas sin el polvo necesario para enfriar las protoestrellas. También hay mucha controversia (volviendo a mi tema) a cuánto polvo hay en cada nebulosa y cómo influye sobre la radiación que luego nosotros vemos desde Tierra.
Como siguiendo esta combinación de colores vemos las estrellas viejas en color azul y el polvo de las nubes moleculares en rojo, la parte central de la galaxia, donde se encuentra la mayor parte de objetos viejos y evolucionados (en el bulbo) es azulada, mientras que el disco (más concretamente, los brazos espirales) son rojizos, justo al revés de lo que normalmente observamos en visible. No obstante, quizás la característica más destacable de esta imagen sea el anillo anaranjado de la galaxia cerca del centro galáctico: se trata de un anillo de polvo de 20 000 años luz de radio, que no se detecta en visible pero sí en radio, y que contiene gas suficiente como para producir cuatro mil millones de estrellas con la masa del Sol. También es muy abundante en hidrocarburos policíclicos aromáticos.
El Telescopio Espacial Infrarrojo Spitzer
El telescopio espacial Spitzer viene operando con gran éxito Desde hace unos meses. Se trata de un potente observatorio dedicado exclusivamente al estudio astronómico en longitudes de onda del infrarrojo, inaccesibles desde la superficie de la Tierra. Este satélite-observatorio, antes conocido como SIRTF (por sus siglas en Inglés, o La Instalación del Telescopio Espacial Infrarrojo), consta de un telescopio de 0.85 metros provisto de tres instrumentos científicos enfriados criogénicamente (fundamental para analizar el Universo en infrarrojo porque todos los cuerpos, nosotros mismos, emitimos luz en estas frecuencias) que son capaces de tomar imágenes y espectros entre las 3 y las 180 micras (el rango visible va de 3500 a 6500 A, esto es, entre 0.35 y 0.65 micras; mientras que el infrarrojo cercano, también accesible desde Tierra, desde las 0.7 a las 3 micras). Spitzer estudiará objetos de nuestro sistema solar y galaxias distantes, centrándose especialemente en los orígenes de los objetos astronómicos (planetas, estrellas y galaxias) y en la formación estelar tanto dentro de nuestra Galaxia como fuera de ella. También buscará planetas extrasolares y analizará moléculas orgánicas, cuyas rayas (líneas espectrales) se detectan en estas longitudes de onda.
El telescopio se lanzó hace casi un año, el 25 de agosto de 2003, y se ha colocado en una órbita lejana a la Tierra para que el calor (=energía irradiada en el infrarrojo) que ésta emite no interfiera en las observaciones astronómicas de los débiles objetos astronómicos. Dispone de un potente escudo solar para protegerse también de los rayos solares. De esta manera, se puede llegar a enfriar hasta cerca del cero absoluto de temperatura (-273 °C) sin necesidad de usar mucho refrigerante. Se espera que dure, al menos 5 años.
Spitzer representa el último satélelite del Programa de Grandes Observatorios de NASA, que consta de cuatro ingenios espaciales especializados en cuatro longitudes de onda diferentes: el archiconocido y popular Telescopio Espacial Hubble (HST) en visible y ultravioleta, el Observatorio Compton de Rayos Gamma (CGRO) en las frecuencias más energéticas, los rayos gamma, el Observatorio Chandra de Rayos-X (CXO), que observa en rayos X (frecuencias algo menos energéticas que los rayos gammma) y Spitzer en infrarrojo.
Encontraréis impresionantes imágenes de nebulosas en donde se forman las estrellas (no os perdáis la Nebulosa de la Tarántula en la Gran Nube de Magallanes, o Henize 206), vistas nuevas de galaxias famosas como M81, el cometa Schwassmann-Wachmann 1 o la búsqueda de