En mi opinión, el Hubble es el telescopio que más ha aportado a la astronomía en los últimos quince años y todavía tiene mucho más que aportar. La ACS es una cámara mucho mejor que la WFPC2, lleva solamente dos años en funcionamiento y en los próximos años podría ser utilizada a pleno rendimiento para hacer muchos nuevos descubrimientos.
La suspensión de la misión de servicio 4, si finalmente se produce, impediría que se instalasen dos instrumentos nuevos, el COS y la WFC3. La WFC3 permitiría obtener imágenes con un campo similar al de la ACS pero cubriendo todo el rango desde los 2000 Angstroms hasta las 1,7 micras, algo que hasta ahora no se ha podido hacer con el Hubble Space Telescope (HST) y que abriría un nuevo campo de exploración.
Los telescopios de tierra han avanzado enormemente desde que se lanzó el Hubble, pero hay campos en los que no pueden competir con él. En algunos casos por motivos técnicos, como el TIP (tamaño de imagen puntual) sobre un campo amplio y sin estrellas guía, el contraste con respecto al fondo para objetos extensos débiles o la estabilidad fotométrica sobre todo el cielo en cualquier circunstancia. En otros casos, simplemente porque hay zonas del espectro (el ultravioleta y ciertas regiones del infrarrojo cercano) que no son accesibles desde tierra.
El JWST será un buen telescopio pero no será un substituto del HST, a pesar del interés de ciertos grupos por venderlo como tal. Será un telescopio infrarrojo, ciego por debajo de los 6000 Angstroms.
Los astrónomos profesionales hemos vivido unos años en los que hemos dispuesto de un gran lujo: un telescopio ultravioleta-visible-infrarrojo altamente estable, con un campo amplio y con una resolución óptica envidiable. Estamos cercanos a perderlo, ya no sólo como instrumento de uso cotidiano, sino como un telescopio capaz de apuntar en plazos breves a objetos transitorios como supernovas o brotes de rayos gamma y de observarlos en longitudes de onda invisibles desde tierra.
La NASA justifica la cancelación de las misiones de reparación diciendo que no quiere jugar con la vida de sus astronautas. Curiosamente, John Grumsfeld, quien ha ido a reparar el HST en dos ocasiones, ha llegado a manifestar que él está dispuesto a arriesgar la suya por volver a hacerlo una tercera. Las misiones de exploración tienen su riesgo y está en la naturaleza humana el poner la vida en juego cuando se quieren abrir nuevas puertas al conocimiento. ¿Acaso le garantizó alguien a Colón su regreso cuando partió del puerto de Palos?
Jesús Maíz Apellániz es astrónomo de la ESA en el Instituto Científico del Telescopio Espacial (STScI). Es doctor en Astrofísica por la Universidad Complutense de Madrid y estudia estrellas masivas y cúmulos estelares jóvenes y masivos.