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La Verdad sobre la Tormenta de Leónidas del 2002
Dr. Tony Phillips


Cuando salió el sol el 19 de noviembre del año 2001, yo
estaba afuera mirando al cielo, boquiabierto. Hacía frío,
mi cuello estaba tieso después de haber estado mirando hacia arriba
durante horas, y necesitaba desayunar — sin embargo, nada de eso importaba.
Estaba maravillado por la tormenta de meteoros más grande en varias décadas.

Los meteoros Leónidas habían estado cruzando el cielo
velozmente durante toda la noche — por millares. Aun cuando el horizonte
comenzaba a aclarase en la madrugada, todavía podía ver bolas
de fuego brillando en la distancia. Sólo pensaba en una sola cosa
cuando el cielo nocturno se desvaneció:

«No veo la hora de que llegue el próximo año».

Derecha: Un meteoro Leónidas
en el 2001 atravesando el cielo del amanecer, fotografiado por el
lector de Science@NASA Brent Price, de Antioch, Illinois. [más
información
]

La lluvia de meteoros Leónidas ocurre cada año a mediados
de Noviembre. Esto sucede cuando nuestro planeta se aproxima a la órbita
del Cometa Tempel-Tuttle — una región del espacio plagada de estelas
de polvo de cometas. Usualmente pasamos a través de zonas dispersas
entre las estelas de los cometas, y los observadores del cielo no ven más
de 10 a 15 Leónidas por hora. Pero a veces (tal como sucedió
el año pasado) la Tierra se abre camino a través de las estelas
de los restos del cometa casi de manera frontal, generando una intensa
tormenta de meteoros.

Estas tormentas de meteoros generalmente no ocurren en años
consecutivos, pero 2001 y 2002 son excepcionales. Los expertos han dado
a conocer recientemente sus predicciones: dependiendo de donde usted viva
(Europa y las Américas serán favorecidas) la cantidad de
meteoros Leónidas en el 2002 debería ser igual o mayor que
la observada en el año 2001.

Esta es la buena noticia. Pero la mala noticia es que la Luna estará
llena cuando la tormenta comience el 19 de noviembre. La brillante luz
de la Luna impedirá observar muchas estrellas fugaces tenues. En verdad,
a menudo escucho que la Luna va a «arruinar el espectáculo».

Pero yo lo dudo.

La luz de la Luna ciertamente reducirá el número de meteoros
visibles por un factor de entre 2 y 5, pero esto no es suficiente para opacar
una tormenta de Leónidas brillantes. Si las predicciones son correctas,
las cantidades máximas llegarían a entre 5.000 y 10.000 meteoros
por hora bajo cielos idealmente oscuros. Aun así, cuando el brillo
de la Luna no permita observar más que mil meteoros, esto seguirá
siendo un espectáculo maravilloso — uno de los más
grandes en varias décadas.

ver leyenda


Arriba: Bill Cooke del
Grupo del Medio Ambiente Espacial de la NASA/MSFC preparó este resumen
de lo que pueda ocurrir con las Leónidas en el 2002. Las curvas
en colores representan las predicciones de los tres equipos que pronosticaron
exitosamente la tormenta del 2001. Las curvas que poseen valores por arriba
de la zona amarilla exceden el máximo valor observado en el 2001.
«ZHR» es la cantidad
de meteoros por hora (zenithal hourly rate) y «UT»
es la Hora Universal (Universal Time).

Sin embargo hay ciertas precauciones que se pueden tomar para minimizar
el efecto del brillo de la Luna. Primero, no mire hacia la Luna. Ubíquese
de espaldas a ella; mire hacia la parte más oscura del cielo.
Si es posible, elija un sitio de observación que se encuentre bajo
la sombra de un edificio o algún otro objeto que bloquee la luz
de la Luna.

Segundo, si es necesario vaya a un lugar en donde el aire sea limpio
y seco. Aún cuando esté de espaldas a la Luna, el aire brilla
debido a que su luz es dispersada por las moléculas de aire y aerosoles
(por ejemplo, gotas de agua, polvo, contaminación). El brillo será
menor en lugares con aire seco y sin contaminación. Las cimas de las
montañas son excelentes puntos de observación porque se encuentran
arriba de la zona baja y húmeda de la atmósfera, y de los
aerosoles.

ver leyendaIzquierda:
Malas noticias para los observadores de meteoros: una luz de Luna llena
brillando en lo alto a través de nubes congeladas y aire húmedo.
Crédito de la fotografía: Clay y Brian Sherrod.

Otro lugar para escapar del brillo de la Luna, es a bordo de un avión.
Un jet comercial volando a 10 km (33.000 pies) de altura, por ejemplo,
se encuentra por arriba de la región de la atmósfera de la
Tierra que dispersa la luz de la Luna. Los meteoros se desintegran a mayor
altura, aproximadamente a 80 km de la superficie, por lo que no es peligroso
observar la tormenta de meteoros desde un avión. Sin embargo, hay
otros problemas: las ventanas de los aviones son pequeñas y borrosas,
y además tendrá que convencer a alguien para que apague
las luces de la cabina.

Para la mayoría de los observadores del cielo, la superficie
de la Tierra es la mejor alternativa. Pero, ¿cuándo y dónde?

El 19 de noviembre de este año, la Tierra pasará a través
de dos estelas de polvo del Cometa Tempel-Tuttle. El primer encuentro debería
producir una oleada de meteoros sobre Europa y África aproximadamente
a las 0430 UT. El segundo encuentro favorece a los norteamericanos quienes
probablemente verán una gran cantidad de meteoros cerca de las 5:30
a.m. EST o 10:30 UT. (Nota: UT es la Hora
Universal
Universal Time en inglés –, también
conocida como Hora del Meridiano de Greenwich — Greenwich Mean Time).

Abajo: Elipses coloreadas de
castaño rojizo representan a las nubes de polvo arrojadas por el Cometa Tempel-Tuttle
en los respectivos años. La trayectoria de la Tierra en el 2002
está indicada en azul. Este modelo fue desarrollado por D.
Asher and R. McNaught
.

ver leyendaLa
hora de aparición de las estrellas fugaces es una buena noticia
para los observadores de meteoros en Europa occidental y el este de Norteamérica.
Cuando la oleada comience justo antes del amanecer local, la molesta Luna
se estará ocultando. En Nueva York, por ejemplo, la Luna se encontrará
a sólo seis grados por encima del horizonte occidental durante el
pico pronosticado de meteoros. Mientras tanto, la constelación de
Leo (de la cual se originan los meteoros Leónidas) estará
bien alta en el cielo del sur, lo suficientemente alejada de la Luna hundiéndose
en el horizonte.

Muchos observadores planean visitar el suroeste americano para observar
las Leónidas. La Luna estará allí más arriba
cuando la tormenta se desate entre las 2:30 y las 3:30 a.m. hora local.
Sin embargo, hay muchos lugares de gran altitud en esa parte de Norteamérica

con aire seco y limpio — y por lo tanto relativamente con poco brillo
de Luna.

No importa donde usted planee estar — en la cima de una montaña,
en un aeroplano o en su casa en la ciudad — no se pierda las Leónidas
del año 2002. La Tierra no se zambullirá de pleno en otra estela de polvo
de Leónidas por décadas. Este año la Luna será
una molestia, pero no lo suficiente como para arruinar el espectáculo, si las
Leónidas son tan brillantes y numerosas como en el 2001.

Cuando el Sol salga el 19 de noviembre del 2002, espero estar
afuera nuevamente, con el cuello tieso y boquiabierto… tal como el año
pasado.

Más información (en
inglés y español)
Escuchando
las Leónidas
— (Ciencia@NASA) El 18 de noviembre, 2001,
millones de observadores del cielo vieron la impresionante tormenta de
meteoros de Las Leónidas. ¡Algunos observadores también
los escucharon!

Explosiones
sobre la Luna
— (Ciencia@NASA) Durante la tormenta de meteoros
de las Leónidas del 2001, los astrónomos observaron un curioso
destello sobre la Luna — una señal inequívoca de meteoroides
golpeando la superficie lunar y explotando.

Las
Leónidas nos Dejarán Estupefactos
— (Ciencia@NASA)
El 18 de noviembre del 2001, los observadores del cielo vieron una deslumbrante
tormenta de meteoros Leónidas.

Galería
de Leónidas del 2001
— (SpaceWeather.com) Los observadores
del cielo que la vieron nunca la olvidarán: la tormenta de meteoros
Leónidas del 2001.

Lo que dicen algunos observadores de
meteoros con experiencia:

«Recuerdo las Gemínidas
unos pocos años atrás cuando había Luna llena. Un
par de horas antes del amanecer un grupo de nubes (bajas) cubría
la Luna. El cielo se puso hermoso y oscuro, como si alguien apagara la
luz. El resto de la vista era como una noche sin Luna.» Gary Wilson,
Nottingham, Inglaterra
.

«Un cielo libre de humedad
es fundamental para la observación (de meteoros) con luz de Luna.
Buenas condiciones son posibles, inclusive a nivel del mar. Por ejemplo,
en Holanda la circulación del aire ártico puede producir
cielos claros y aire seco. Ocasionalmente en el pasado he realizado observaciones
bajo condiciones de Luna llena con magnitudes limitantes cercanas a +6.0.
En general, cuando el cielo es claro y seco, una magnitud de +5.5 debería
ser posible. Si las futuras Leónidas son semejantes a los dos picos
observados en el 2001, debería poder observarse una gran cantidad de brillantes Leónidas.»
Marco Langbroek, Sociedad de Meteoros
Holandesa (Dutch Meteor Society)
.

«Mi experiencia (observando
meteoros en noches con Luna llena) sugiere una reducción de magnitudes
limitantes de 0.7-1.0. Asumiendo un
índice
de población
de aproximadamente 2.2, veremos entre 60% y 45%
de los meteoros vistos sin Luna. Las observaciones realizadas al amanecer
han demostrado que, sorprendentemente, muchos meteoros son visibles a pesar
de que la magnitud estelar limitante haya decaído considerablemente.
Creo que esto nos da esperanzas de ver un hermoso espectáculo (de Leónidas
en el 2002) a pesar de la Luna.»Rainer Arlt, Comisión Visual
– Organización Internacional de Meteoros (Visual Commission – International
Meteor Organization)

«Con una Luna llena en el cielo típicamente
experimento una magnitud
limitante
(ML) de aproximadamente 4.0. Casi dos horas antes de la puesta
de la Luna la ML mejora a 5.0, y luego, durante la hora final se aproxima
a 6.0. [He observado] las Gemínidas con Luna casi llena varias veces.
La ML era de 4.0 y consistentemente pude observar 18 Gemínidas/hora.
Mi fracción [de meteoros por hora] en cielo oscuro ronda los 80
por hora, de manera que el factor de corrección de ML=4.0 a ML=7.0
es de 4 a 5. Durante la lluvia de meteoros de las Perseidas en 1984 [cuando
la Luna era brillante] observé 9/hora durante tres horas consecutivas.
Una lluvia de meteoros de las Perseidas en ese entonces era de 40/hora,
nuevamente un factor de corrección de entre 4 y 5.»Norman W.
McLeod III, Consejero, Sociedad Americana de Meteoros (American Meteor
Society)

Leónidas 2002