¡Imagine
la impresión de las cinco personas que, el año
1178 D.C., vieron como «fuego, brasas calientes y chispas»
estallaban en la Luna! Parecía como si algo (muy grande)
había chocado con el satélite de la Tierra.
¿Qué fue lo que vieron en realidad? Hasta hace
poco, muchos astrónomos pensaban que aquél, bien
descrito, evento coincidía con la formación de
el cráter lunar Giordano Bruno — la huella de impacto
más reciente en la superficie lunar. Pero, según
Paul Withers del Lunar and Planetary Laboratory de la Universidad
de Arizona ésta divulgada idea, no se sostiene bajo un
escrutinio científico riguroso.
Arriba: Algunos científicos
habían sugerido que el espectáculo celestial descrito
por cinco personas el año 1178 D.C. correspondía
al impacto que creó el cráter Giordano Bruno, visible
en esta fotografía como un punto brillante blanco, arriba
a la izquierda. Sin embargo, recientes estudios en archivos astronómicos
antiguos ponen en duda esta teoría. [Haga click en la
imagen para ver una
versión de mejor tamaño que muestra la ubicación
del cráter en la superficie lunar.]
Semejante impacto, habría generado en la Tierra una
tormenta de meteoros de gran intensidad de semanas de duración
— sin embargo no existen informes de una tormenta semejante
en ningún archivo astronómico conocido, europeos,
árabes, chinos, coreanos o japoneses. Withers dio a conocer
su análisis, así como otras pruebas sobre la hipótesis,
en el número de abril, 2000, de la revista mensual Meteoritics
and Planetary Science (Meteoríticas y Ciencias Planetarias).
En las crónicas de Gervasio de Canterbury aparece
un dramático relato que dice: Alrededor de una hora
después del atardecer del 18 de Junio, 1178 D.C., una
partida de cinco testigos vio como el cuerno superior de la brillante
luna nueva «repentinamente se partió en dos. De el
punto medio de esta división surgió una llameante
antorcha, que expelía fuego, brasas incandescentes y chispas.
. . El cuerpo de la luna, que era carcomido. . . palpitaba como
una serpiente herida.» El fenómeno se repitió
docenas de veces o más, informaron los testigos.
En 1976, un geólogo sugirió que este relato
es consistente con la ubicación y edad del cráter
lunar Giordano Bruno, de 22 kilómetros (14 millas) de
diámetro, el cráter más reciente entre los
de su tamaño, o mayores, de la Luna.
En base al tamaño del cráter, el asteroide que
horadó el Giordano Bruno en el borde noreste, de la cara
visible, de la Luna, debió haber tenido entre uno y tres
kilómetros (media milla a casi dos millas) de diámetro.
En la Tierra este hubiera sido un impacto tipo «amenaza
para la civilización» — por eso es importante saber
si este evento ocurrió hace menos de un milenio, destacó
Withers.
Estudios previos han demostrado que tal impacto, habría
lanzado unos 10 millones de toneladas de material hacia la atmósfera
terrestre, durante la semana siguiente. En su artículo
de Meteoritics, Whiters describe sus cálculos sobre las
características de la tormenta de meteoros subsecuente.
Izquierda: El impacto de un meteorito
lo suficientemente grande como para formar al crater Giordano
Bruno hubiera desatado, en la Tierra, una gran tormenta de meteoros,
calculó Whiters, comparable a la lluvia de meteoros de
las Leónidas de 1966 que se muestra en la imagen. (Durante
la tormenta del 66, en algunos lugares hubo informes de hasta
100,000 meteoros por hora). [Haga click en la imagen para
obtener más
información sobre la tormenta de las Leónidas
del 66]
«Calculo que ésto habría causado una tormenta
de meteoros de una semana de duración, comparable al máximo
de las Leónidas en 1966» dijo. Diez millones de toneladas
de roca lloviendo sobre toda la Tierra como trozos de eyecta,
de un centímetro (menores de una pulgada) durante una
semana, equivale a 50,000 meteoros por hora.
«Y además serían muy brillantes, muy fáciles
de ver, con magnitudes de 1 o 2. ¡Habría sido una
visión espectacular! Todos alrededor del mundo hubieran
tenido la oportunidad de ver el mejor show de fuegos artificiales
de la historia», dijo Whiters.
Pero ninguno de los atentos observadores del cielo del siglo
12 parece haber informado de tamaña tormenta.
«Yo creo que (los observadores de Canterbury)
estaban en el lugar y el momento precisos como para mirar al
cielo y ver un meteoro justo frente a la Luna, dirigiéndose
directamente hacia ellos», dijo Whiters. Esta idea fue insistentemente
sugerida, por otros especialistas, en un artículo científico
de 1977.
Derecha: Tomas en vídeo de un
meteoro atravesando la atmósfera durante la
lluvia de meteoros Leónidas del 2000, captadas por
George Varros de Mount Airy, MD. Withers cree que aquellos cinco
observadores del cielo de la antigüedad, debieron haber
visto el feroz espectáculo de un meteoro como éste,
viajando a lo largo de su línea de visión, en lugar
de un impacto en la Luna.
«Y fue un meteoro espectacular el que estalló
en llamas en la atmósfera de la Tierra — chisporroteando,
cambiando de colores y expulsando materia. Si se estaba en el
área justa, de no más de un par de kilómetros
cuadrados, de la superficie de la Tierra, entonces tendría
la geometría perfecta», dijo. «Esto explicaría
porqué se informa que fue visto por sólo cinco
personas».
«Imagine estar en Canterbury aquél atardecer de
junio y ve como la Luna se convulsiona y lanza roca derretida
al espacio,» añadió Whiters. «Los recuerdos
de un evento así, lo hubieran acompañado por el
resto de su vida.»
Nota de los Editores: Hace 800 años, la gente no sabía
que los meteoros son causados por pequeños restos de cometas
que viajan a gran velocidad, quemándose de forma espectacular
al chocar con la atmósfera de la Tierra. La asociación
entre cometas y lluvias de meteoros fue establecida sólo
después de la «Gran Tormenta de Meteoros Leónidas»
de 1833.
Enlaces Web, en inglés |
¿Un
Meteoritics & Planetary Science (Meteorítica
Giordano Bruno — Artículo de la Enciclopedia
Asteroides potencialmente peligrosos — Los científicos |