Guy Consolmagno publicó este artículo sobre astronomía y periodismo en los Diarios Cósmicos, los blogs del Año Internacional de la Astronomía. Lo traducimos y reproducimos aquí con su permiso.
Hace un mes, Lee sugirió que escribiese una entrada sobre las entrevistas con la prensa. El asunto salió a relucir porque recientemente utilicé uno de los minutos de mi fama («en el futuro, todo el mundo será famoso durante 15 minutos») en una pieza de la BBC World Service sobre mi observatorio. Es un tema complicado pero fascinante que extiende miles de hilos en docena de direcciones.
La divulgación de la astronomía
El talento necesario para hacer ciencia son más bien ortogonales a los talentos necesarios para explicar ciencia. Los mejores científicos no son necesariamente los mejores entrevistados o popularizadores (¡o blogueros!). En algunas ocasiones, por supuesto, son… como Richard Feynman.
Pero es importante que alguien salga en las entrevistas. La astronomía cuesta dinero; el dinero viene del público, de una forma o de otra; la gente que en última instancia paga nuestros salarios, y nos dan herramientas bonitas con las que jugar, se merece que conozcan qué hacemos con sus recursos.
Aunque se suele decir que el Programa Espacial nos dio el Teflón (lo que no es cierto) o que la astronomía mejora el Producto Interior Bruto al fomentar las vocaciones tecnológicas en los jóvenes (algo de verdad hay), estas no son las razones por las que se paga a los astrónomos para hacer astronomía.
Nuestra cultura apoya nuestro trabajo porque, al final, estamos aquí para alimentar un hambre común de Conocimiento. En sentido literal, somos parte de la industria del entretenimiento. Las maravillosas fotografías de la Nebulosa Cabeza de Caballo satisfacen algo en el alma humana. Pero los contenidos de la Fotografía Astronómica del Día es como la canción pegadiza de los más vendidos que hace que te compres el CD; la esperanza es que, en algún momento, también escuches la otra canción más sutil y definitivamente más bella, que está más abajo en la lista… que en astronomía vendría a ser, digamos, los detalles de la física de plasma que explica los colores de la nebulosa. Creo que la física es incluso más bella que la imagen, pero requiere mucho trabajo llegar a ese punto.
Y la física no se puede explicar en 30 segundos.
La frustración
Así que llegamos a las frustraciones de las entrevistas periodísticas. Tú, el científico, tienes una historia genial que contar. Pero explicarla puede que te haga parecer como el tipo que no saber contar un chiste, que se enreda en los detalles y nunca llega al final divertido.
Y además tienes poco control sobre lo que al final se cuenta. Estás a merced del entrevistador, quien si alguna vez realizó un curso de introducción a la ciencia en la universidad, probablemente no sacó buena nota. (Hablo como alguien que ha intentado enseñar astronomía a estudiantes de periodismo).
Desde el punto de vista de los periodistas, por supuesto, la vida no es más fácil. Esta maldita noticia de ciencia que el redactor jefe le pidió que cubriera es una de las cinco noticias totalmente diferentes sobre las que hoy tiene que aparentar ser expertos. (Y probablemente sean de un tema que odien, porque nunca lo entendieron cuando estaban en la universidad).
Peor aún, el redactor no quiere que la noticia sea buena; el redactor la quiere ya. Las noticias son el relleno entre los anuncios publicitarios, y el periódico de hoy será la alfombra de la jaula del pájaro de mañana. (También hablo como alguien cuyo primer trabajo fue ser periodista, trabajando los veranos como becario en un periódico antes de aprender que era más fácil hacer astronomía que entrevistar a extraños).
Así que el camino de menor resistencia es repetir los mismos clichés; si un titular se ha usado tan a menudo que está trillado, entonces no va a ofender a nadie y se puede usar con seguridad. Y escucharlo una y otra vez transmite una sensación de confort a la audiencia. ¿A quién le importa si no es cierta o lógicamente auto-consistente?
Una oportunidad
Lo que todo esto implica, por supuesto, es que hay una oportunidad tanto para el astrónomo como para el periodista. Si el astrónomo tiene un nuevo titular, la vida para ambos será mucho más sencilla. El periodista tiene una historia; el astrónomo una oportunidad para desmentir una media-verdad establecida. (¡Y crear su propio nuevo cliché!)
Pero esto significa que la responsabilidad es nuestra, de los astrónomos. Escribir una versión popular de nuestra ciencia da tanto trabajo, y tan importante, como escribir un artículo científico. Necesita nuevas habilidades. Si no eres bueno, admítelo: y pide ayuda. Y ayuda a quien tenga que hacerlo cuando te pida ayuda.
En mi observatorio soy el tipo simpático. Lo sé, y ese es uno de mis trabajos aquí. (En estos momentos también soy el único que habla inglés nativo en nuestras oficinas de Roma, lo que es un papelón cuando la mitad de las entrevistas que tenemos son en inglés). Por eso me han designado bloguero.
Ver los árboles y el bosque
Pero por eso también me he comprometido, por ejemplo, en la redacción de media docena de artículos sobre Cosmología -incluyendo la entrada en la próxima edición de la Encilopedia Católica- aunque mi campo en la astronomía, los meteoritos, es lo más alejado de la Gran Explosión en el tiempo y en el espacio que cualquier otra cuestión en la astronomía.
Quizás por eso es por lo que no son una mala opción para escribir este tipo de artículos. Estoy lo suficientemente alejado para ver los árboles del bosque, para ver la historia desde la perspectiva de un extraño que -como yo- encuentra interesante; pero al mismo tiempo, estoy suficientemente cerca para preguntar a los verdaderos expertos y poder comprender qué entendí mal, y cómo ponerlo bien.
Es fácil quejarse -como hago frecuentemente- que los periodistas nos preguntan una y otra vez las mismas cosas. (¡Lo cual es como quejarse de que cada año, los estudiantes de primer año siguen cometiendo los mismos errores!). De hecho, es una oportunidad. Cada vez que me entrevistan, estoy seguro de conocer lo que me van a preguntar, y sabiendo con la experiencia qué tipo de respuestas funcionan mejor.
Como un actor de vaudeville que hace la misma función durante años, sé cómo dar ritmo a la historia, qué detalles se deben ignorar y cuáles son las líneas que hacen reir.
Más información
- El nivel de la divulgación científica, Cuaderno de bitácora.
- Asociación Española de Comunicación Científica.
Guy Consolmango es investigador y científico planetario del Observatorio Vaticano, especializado en meteoritos. Del 2006 al 2007 fue director de la División de Ciencias Planetarias de la Sociedad Astronómica Americana.