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Mira, la estrella cometa
Javier Armentia

Mira, la estrella cometa

La foto es impresionante. Parece un cometa desplegando su cola en el cielo. Pero
no es así: la longitud de esa cola que aparece en
esta imagen
ultravioleta
es de unos 13 años luz
, algo descomunal, millones de veces más larga -y
más ancha- que la cola de un cometa. No estamos viendo ahí un objeto de nuestro
Sistema Solar, sino una estrella, Omicron Ceti, Mira
(La Maravillosa), que es estos días
noticia, precisamente por este rastro que va dejando… porque, en eso, también
es diferente a la cola cometaria: no está arrancada por un viento solar, como
les pasa a los núcleos de nuestros cometas, sino que es una traza de gas que va
dejando Mira conforme se desplaza a toda velocidad. La imagen está obtenida con
un telescopio espacial, el Galaxy
Evolution Explorer
, de la NASA, operado por el CalTech. Subió al espacio en
2003 con la misión de realizar barridos amplios y detallados del cielo en el
ultravioleta, principalmente para analizar el universo extragaláctico. Pero sus
imágenes nos muestran también, como en este caso, objetos de nuestra Vía Láctea.

La estrella maravillosa

Mira
es una estrella bien conocida desde antiguo
. Fue descubierta por
David
Fabricius
el 3 de agosto de 1596. Fue una de las primeras
estrellas
variables
conocidas. En los años tras su descubrimiento se comprobó, ya
con telescopio, que su brillo variaba
periódicamente
, pues al principio Frabicius pensó que era una
nova
-lo maravilloso del fenómeno de esa variación hizo que
Jan
Hevelius
le diera ese nombre). Mira puede verse a simple vista en en la
constelación de la Ballena
(Cetus)
y se encuentra a unos 420 años luz de nosotros, algo que sabemos gracias al
satélite
Hipparcos.

En
realidad Mira es un
sistema
binario
, dos estrellas. La
componente visible a simple vista (Mira A) es una
gigante
roja
, una estrella no demasiado diferente a lo que será el Sol dentro de
unos 4.000 millones de años. Su compañera, descubierta por el Telescopio
Espacial Hubble en 1995, Mira B, es una
enana
blanca
, una estrella tampoco demasiado masiva, más evolucionada aún. El
par, que posiblemente nació a la vez hace unos 10.000 millones de años, ha ido
evolucionando. Mira B, la más masiva, pasó por la fase de gigante roja y
posteriormente lanzó al espacio sus capas exteriores formando una
nebulosa
planetaria
, mientras que el núcleo se quedó compactado en una enana
blanca. Mira A le sigue los pasos, pero más lentamente porque era una estrella
menos masiva. Aún no se ha desprendido de la envoltura exterior de hidrógeno
o, más bien, lo está haciendo poco a poco. La evolución final de estrellas de
tipo solar no es terriblemente violenta como sí lo son las
supernovas
que marcan el fin de las estrellas más masivas. Sin embargo, son procesos que,
aunque duran cientos de millones de años, suponen la desaparición de la
estrella tal y como se conocía. El sistema tiene un periodo orbital largo:
unos 400 años.

La evolución del sistema ha sido más compleja precisamente por tratarse de dos
estrellas. Sin duda, cuando Mira B evolucionó en las fases finales de gigante,
debió
alimentar
a Mira A con material de su atmósfera exterior. Y ahora, Mira A hace lo
propio
mandando materia hacia Mira B, que forma un disco que se ha
identificado como
protoplanetario.
Es curioso, pero también se ha visto en otras binarias, que de esta manera
pueden llegar a surgir planetas en estrellas viejas (a diferencia de los
planetas del Sistema Solar que se formaron de un disco protoplanetario al
comienzo de su existencia).

No sólo eso. Mira A es una variable intrínseca,
una estrella que está oscilando y con ello aumenta y disminuye su
brillo.
Se conocen más de 5.000 estrellas gigantes rojas que oscilan,
debido a inestabilidades hidrodinámicas en sus capas externas. Mira A lo hace
con un periodo de unos 100 días, pero en el visible la variación se ve menos
intensa que en el infrarrojo: al ser una estrella más fría que el Sol de
tipo
espectral
M7, con una temperatura de unos 2.200°K en su fotosfera, emite
gran parte de su luz en el
infrarrojo.

La estrella que quiso ser cometa

Ahora sabemos que Mira A, en los últimos 30.000
años por lo menos, ha estado lanzando al espacio material en grandes
cantidades
: principalmente hidrógeno, pero también carbono, oxígeno y
otros elementos formados en las regiones centrales de la estrella por fusión
nuclear. La pregunta obvia es ¿por qué lo va lanzando en una dirección
solamente? Y es una pregunta que presupone que algo así está sucediendo…
pero la realidad es otra.

Mira A y B debieron tener hace mucho tiempo un
encuentro relativamente cercano con otra
estrella, que lanzó al sistema a gran velocidad
(unos 130 km/s, más de
450.000 km/h) de forma similar a como hacen las sondas interplanetarias en los
sobrevuelos cerca de un planeta, para acelerarse con la gravedad. De esta
forma, el material que va expulsando Mira A
choca contra el medio interestelar
(muy poco denso, pero no es un vacío
completo) y se ralentiza en su movimiento, quedándose atrás del sistema
binario. Ese gas, además interactúa con el medio, creando una
onda de choque que calienta el
hidrógeno
, y por ello esta cola se observa en el ultravioleta. En la
zona delantera, además, se ha identificado una onda de choque que aparece más
brillante en la imagen.

Mira es realmente maravillosa, pero sobre todo esa imagen que nos hace pensar
en un cometa millones de veces más grande que uno de los que surcan el espacio
interplanetario de nuestro Sistema Solar es doblemente maravillosa.

Referencias

Mira