El 1 feb 2003, siete astronautas fallecieron tras desintegrarse el Columbia durante la entrada atmosférica. Se trataba del tercer accidente mortal de la carrera espacial estadounidense y un durísimo revés para su programa tripulado. El futuro y viabilidad de la flota de transboradores quedó en entredicho, con dos fallos en poco más de 100 misiones.
Tras varias semanas de intensa búsqueda en varios estados, se recuperaron miles de fragmentos, incluyendo los restos mortales de los astronautas. En los primeros momentos, los responsables de la agencia espacial dieron muchos datos en ruedas de prensa, pero al abrirse la investigación interna e independiente, el gran flujo de información se truncó.
La investigación
El 26 de agosto, la Junta de Investigación del Accidente del Columbia (CAIB) publicó el informe final con sus conclusiones. Se concluyó que el responsable del accidente fue un trozo de gomaespuma congelado que, al desprenderse del cohete durante el lanzamiento, dañó la estructura externa del transbordador. El informe fue bastante duro con la política organizativa de la NASA, afirmando que ya no existía una filosofía de seguridad y que la falta de objetivos a largo plazo mermaba su eficacia.
En parte como respuesta a las 29 recomendaciones de dicha Junta, y en gran parte, de cara a las elecciones presidenciales del próximo mes de noviembre, George W. Bush anunció hace unas semanas su nueva Visión del Espacio. Plantea la retirada de los transbordadores para el 2010 y el regreso a la Luna para mediados o finales de la próxima década.
Futuro espacial: ¿Robots o humanos?
Uno de los científicos más contrarios a la espación tripulada es Robert Park, miembro de la Asociación Americana de Físicos y autor de libros como Ciencia Vudú y responsable del boletín semanal What’s New. Park opina que «enviar humanos al espacio no ofrece ventajas militares, económicas o científicas».
Luis Ruiz de Gopegui (ex-director de operaciones de la NASA en España), opina diferente. En su libro Hombres en el espacio afirma que «conviene replantear el debate ¿hombres o robots? en términos muy distintos a los del retorno científico. Es más apropiado comenzar por establecer con claridad qué tipo de programa espacial proporciona, directa o indirectamente, un impulso más fuerte a las tecnologías punta: sondas automáticas o naves tripuladas. Desde esta nueva perspectiva no parece tan evidente que los programas no tripulados sean los más interesantes».
Además, Gopegui también apela al sentido de la aventura entre el público: «Dentro de este debate sobre sondas automáticas y naves tripuladas, un aspecto que no debe olvidarse es el factor humano. Cuando se trata de pedir fondos a los contribuyentes para financiar algún programa espacial hay que admitir que, por lo general, los proyectos tripulados despiertan mayor interés entre el gran público que los programas exclusivamente científicos».