«Donde hay agua, hay vida». Lo ha dicho en la CNN Daniel de Pablo, Ingeniero de la Agencia Espacial Europea. Contundente y seguro. Se refería a Marte, y a la reciente comprobación de que, efectivamente, hay agua en el planeta rojo. Inmediatamente después ha matizado: «Pudo haber habido vida en Marte». «No es seguro». Y, por último: «El agua y la vida están muy correlacionados».
He oído tantas veces eso de «si hay agua, hay vida»… En serio, muchas, muchas veces, y casi siempre con ese mismo tonillo de lógica aplastante. Pero ¿no ocurrirá, más bien, que donde hay vida hay agua?
La vida, tal y como la conocemos, necesita al líquido elemento para seguir existiendo. Pero ¿el agua necesita a la vida? El agua podría estar tan a gusto en ausencia de microbios, pececitos, o lengüetazos de caballo. No moriría; seguiría siendo agua, permaneceria existiendo sin ningún tipo de problema. En su asimétrica relación, el agua y la vida no están en absoluto en igualdad de condiciones.
Por supuesto que el agua y la vida están muy correlacionadas, claro… en la Tierra. Resulta que nuestro planeta está infestado de seres vivos que viven en (o de, o con), el agua, y que gustan de multiplicarse mucho y adaptarse a variadísimas circunstancias. Por eso, salvo excepciones, uno encontrará seres vivos en casi cualquier «agua» que examine. Y, también, salvo excepciones, encontrará agua en las proximidades de casi cualquier ser vivo que pille. Así que, efectivamente, la correlación agua-vida, es brutal… en la Tierra.
¿Y en otros lugares del universo? Pues, señores ingenieros, no lo sabemos. Díganselo a la gente, no les engañen, o no se engañen ustedes mismos: No lo sabemos. No lo sabemos, porque no tenemos prácticamente ni idea sobre esa «pequeña cuestión»: el origen de la vida.
En cierto viaje que hice a Australia, escuché una vez la conversación de un par de canguros. Discutían cuán probable era la presencia de congéneres suyos en otros continentes lejanos. «Lo importante es saber si hay hierbas fuera de Australia» -dijo el mayor de los dos. Y sentenció: «Donde hay hierbas, hay canguros».
Ernesto Carmena es biólogo y responsable del web Paleofreak.