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¿Sonda perdida = dinero malgastado?
Víctor R. Ruiz

Mira, la estrella cometa¿Por qué no se escucha a la Beagle 2? ¿Los ingenieros astronáuticos no son infalibles? ¿Acaso los marcianos nos boicotean? Bueno, en realidad, no es tan sencillo como parece escuchar a este explorador: emite con una potencia de 5 watios, similar a la de un teléfono móvil. ¡Y Marte se encuentra a millones de kilómetros de la Tierra! Sin embargo, esperaban que con el instrumento ultrasensible del radiotelescopio Lovell de 76 metros pudieran escucharlo. No está siendo el caso. La hipótesis que manejan los responsables de la misión es que un fallo del ordenador, haya reseteado el reloj interno y que la sonda esté emitiendo señales a destiempo.

Las esperanzas se centran en el orbitador Mars Express, que fue diseñado específicamente para poder escuchar a la Beagle 2. Y ésta última, de no recibir órdenes en los próximos días, se pondrá en modo automático a emitir señales durante todo el día marciano, al tiempo que la Mars Express ya se habrá puesto en una órbita marciana definitiva.

Pero ¿y si se pierde, qué? ¿Está todo el dinero tirado? ¿La misión fracasó?

El dinero no está tirado. Ha ido a pagar el pan de ingenieros, científicos, constructores y sobre todo, a sufragar el coste del lanzamiento. La Beagle 2 ha costado al Reino Unido unos 60 millones de euros, una nimiedad comparado con los 300 millones que ha costado la Mars Express (que aún así es una sonda muy barata). La Beagle 2 es (en comparación con otros exploradores) bastante sencilla, pesa sólo 70 kilos y se ha diseñado y construido en tiempo récord, sin demasiado tiempo para hacerla 100% fiable y sin márgen para instalar sistemas redundantes. Será una pena si no se consigue contacto, pero aún está el orbitador Mars Express. El objetivo de la ESA era hacer una sonda en tiempo y coste récord con la plataforma de la sonda Rosetta e instrumentos de la desaparecida Mars 96 y la Beagle 2 fue un añadido, aunque el más popular de cara al público. Los objetivos de la Mars Express no son menos ambiciosos.

En cierto sentido, hay que pensar que las grandes agencias espaciales sirven para fomentar y subvencionar el desarrollo de nuevas tecnologías por parte de la industria astro/aeronáutica. Eso significa puestos de trabajo de alta capacitación, que siempre son necesarios. El aspecto científico también es relevante, sobre todo para los propios científicos, pero me atrevería a decir que muchas veces sólo a nivel de justificación de presupuestos. Por ejemplo, en la ISS apenas se hace ciencia. Es sobre todo una forma de dar trabajo a la lanzadera espacial estadounidense -que emplea a mucha gente- y para mantener a los ingenieros rusos ocupados (en lugar devender tecnología aeronáutica de doble uso a países poco amistosos para Occidente).

Por tanto, ni la tecnología ni el conocimiento adquirido durante la construcción de una sonda, se pierden.

Esperemos que las sondas estadounidenses MER A y MER B tengan más éxito.

Beagle 2 Marte 2004