Luego de la última tormenta de meteoros Leónidas, los observadores del cielo han quedado con deseos
de ver más estrellas fugaces. Hace dos semanas lo lograron.
La noche del sábado 1 de diciembre, alrededor de las 10:15 p.m.
CST, (18:15 UT) una impresionante bola de fuego
se desplazó por los cielos del Medio-oeste de Estados Unidos.
El tráfico de automóviles se detuvo. Los pilotos de las aerolíneas
se asomaron asombrados por las ventanas de sus cabinas. Y las líneas telefónicas
de emergencia se saturaron.
Derecha: El pasajero de un avión de
aerolínea, Rick Bordignon, captó estas fotos de la bola de fuego desde la
ventana de su asiento del vuelo 612 de US Airways, Filadelfia a Las Vegas.
«¡Me quitó el aliento!» dice Greg Bakker de Hull, Iowa, EEUU.
«Con mi esposa nos dirigíamos a casa alrededor de las 10:30 CST cuando vi las luces.
Estacioné el vehículo al lado del camino y allí nos quedamos pasmados.
Hubo cerca de 8 objetos — de color amarillo brillante y que se desplazaban lentamente, mucho
más lento que cualquiera de los
meteoros Leónidas
que vimos el mes pasado».
Por supuesto que lo que Bakker vio no fue un meteoro. Fueron los restos de un cohete
Protón ruso que había despegado de la Tierra sólo 10 horas antes, llevando tres
satélites de navegación a la órbita. Los satélites
fueron desplegados
con éxito, pero el cohete cayó de regreso a la Tierra, desintegrándose.
Rick Bordignon viajaba en un avión de una aerolínea comercial con destino
a Las Vegas cuando los vio. «Miraba por la ventanilla del lado izquierdo al cielo
estrellado de la noche, cuando vi que se aproximaba una luz», recordó.
«Pensé… Hmmmmm, parece un misil. Pero en lugar de provocar el pánico
general gritando «¡Nos atacan!», hice algo mejor: «saqué mi cámara».
«Tomé una foto (ver arriba), pero mi cámara no es adecuada para tomas con poca luz.
Por lo que me puse a ajustar la exposición. Cuando miré nuevamente, quedé impresionado
por lo que vi: ¡cientos de objetos luminosos dejando deslumbrantes y coloridas estelas en el cielo!
Entonces tomé otra (recuadro) pero sólo aparecieron los fragmentos más brillantes — y
fue también muy impresionante.
«La estela de luces
[pareció que] subía y pasaba sobre el avión. Una vez que había pasado me di
vuelta para ver la reacción de los demás pasajeros — ¡y juro que todos los demás
dormían!
«Cuando bajé del avión, busqué al piloto. Me contó que todos los
pilotos que volaban por el Medio-oeste lo vieron y que había sido el rumor del día de las frecuencias radiales.
Nunca habían visto algo semejante».
Derecha: La brillante bola de fuego del sábado pareció
estar al alcance de la mano para muchos de los que la vieron. En realidad, estaba al menos 50 km más arriba
que cualquier avión de aerolínea. Esta ilustración de lo que Rick Bordignon vio desde
la ventana de su asiento del vuelo 612 de US Airways, fue realizada por T. Phillips.
El llamativo despliegue había comenzado horas antes. Alan Pickup, un experto en la
declinación orbital de satélites, que trabaja en el Centro de Tecnología Astronómica del Reino
Unido en el Observatorio Real de Edinburgo, explica:
«El cohete, un Protón o SL-12, fue lanzado desde el Cosmódromo de Baikonur en
Kazakstan a las 18:04 Hora Universal (UT por sus
siglas en inglés) el 1 de diciembre. La cubierta de 800 kg de metal de la cuarta etapa del cohete
pasaba por su tercera órbita alrededor de la Tierra, cuando comenzó a quemarse en
la atmósfera sobre el sur de Inglaterra y Francia cerca de las 22:35 UT.»
Welshman Chris Evans salía de un restaurante en la campiña francesa cuando la cubierta
voló sobre su cabeza. «Al comienzo era sólo una gran bola de fuego», dice Evans,
«pero luego se rompió en 30 o 40 meteoros más pequeños, como un espectáculo de
enormes fuegos artificiales. Fue absolutamente magnífico». Otros observadores en esta región notaron
una persistente cola y un «halo brumoso» alrededor de la Luna Llena.
Abajo: Este diagrama esquemático muestra las dos partes del
cohete Protón que se desintegraron en la atmósfera de la Tierra entre el 1 y 2 de diciembre:
el casco de 800 kg de la 4a etapa y la 3a etapa del cohete de 4200 kg. Imagen cortesía de Bill Cooke, del Centro
Marshall de Vuelos Espaciales.
Mientras tanto, la órbita de otra parte aun más grande del cohete — su tercera etapa de 4,200-kg —
declinaba. La tercera etapa no había caído tan rápido como el casco. Pero al final,
unas seis horas más tarde, comenzó también a quemarse y brillar.
Shannon Rudine del Observatorio McDonald de la Universidad de Texas detectó el cohete
a las 10:18 p.m. CST el 1 de diciembre (0418 UT del 2 de dic.). «Cuando lo vi por primera vez,
ya se había roto en docenas de fragmentos que se movían con lentitud en el cielo.
Varios eran de un blanco brillante, cada uno casi tan brillante como el planeta Júpiter», recuerda.
Los restos incandescentes continuaron desde allí hacia el noreste, pasando sobre los estados de Oklahoma,
Kansas, Nebraska,
Missouri, Iowa, Dakota del Sur y Nuevo México, en Estados Unidos — deslumbrando a miles de curiosos
a lo largo de su trayectoria.
Muchos testigos vieron la bola de fuego debido a su lento desplazamiento por el cielo nocturno.
Hubo tiempo suficiente como para salirse del camino y bajarse del auto, o para llamar a los amigos a la ventana.
¡Muy distintos a las Leónidas! Los meteoros auténticos pasan zumbando por el cielo en pocos
segundos y aún menos. La diferencia principal está en la velocidad: Los restos de naves o cohetes hechos por
el hombre regresan a la Tierra viajando a entre 7 u 8 km/s, mientras que los meteoros Leónidas se estrellan
contra la atmósfera a 72 km/s — diez veces más rápido.
Derecha: Las frágiles motas de polvo cometario como este meteoroide
se desintegran con rapidez en la atmósfera de la Tierra. A los pesados cohetes les toma más tiempo.
[más información]
Además, los meteoroides — trozos pequeños y esponjosos de polvo de cometas —
son en su mayoría más pequeños que los granos de arena; su masa es casi siempre menor de un
gramo, y se desintegran rápidamente. Un cohete Protón, por otro lado, pesa miles de kg. Estos objetos
masivos pueden quemarse y brillar por un largo tiempo, especialmente cuando ingresan casi horizontalmente
en la atmósfera, tal como éste lo hizo.
Aun así, algunos observadores del cielo se perdieron el espectáculo.
«Estaba sentado en la sala de mi casa el sábado por la noche, cuando escuche
el estampido de un trueno», relata Matt Hilger de David City, Nebraska, EEUU. «Fue fuerte,
pero no lo suficiente como para sacarme de Sports Center en la TV. Momentos más tarde, me
llamó un amigo para contarme sobre el evento, pero», se lamentó,
«ya era muy tarde….».
«La próxima vez que escuche un estampido sónico por la noche»,
afirmó, «les aseguro que miraré por la ventana «.
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