¿A qué se dedica un astrofísico?
Me consta que mucha gente tiene una idea bastante confusa, incluso errónea, de lo que hacemos los astrofísicos
¿Han tratado ustedes a alguno? ¿Saben cómo trabaja? Les aseguro que no llevamos túnica ni cucurucho con estrellas, planetas y lunas, y que no nos pasamos la vida mirando por el telescopio. Veamos cómo es un día de trabajo en la vida de un astrofísico.
Nuestro objetivo es aproximarnos a una comprensión racional del Universo, en palabras llanas, entender cómo funciona: saber por qué brillan el Sol y las estrellas, conocer sus distancias y cuánto miden y pesan, cómo se mueven, de qué están hechos, cómo evolucionan, cómo giran las galaxias, cuál fue el origen y será el destino del Universo, etc. Prácticamente nuestra única información está en la luz de los objetos astronómicos, así que debemos hacer observaciones para detectarla y estudios teóricos para interpretar su mensaje.
Partimos de datos reales procedentes de observaciones previas o de instrumentos a bordo de satélites, u obtenidos por el propio astrónomo, que analizamos con ayuda del ordenador. Los investigadores más teóricos realizan desarrollos físico-matemáticos o simulaciones numéricas de escenarios astrofísicos. Y ya no hacen los cálculos en papel, sino con potentes medios informáticos.
Estos dos tipos de trabajo se necesitan mutuamente porque en último término el análisis de las observaciones debe concluir en su interpretación física y los modelos teóricos deben responder a lo observado.
Cómo se investiga
Un astrofísico no pasa la mayor parte del tiempo en el observatorio, sino en un departamento universitario o un centro de investigación, como el IAC. Allí estudia en libros y revistas especializadas o a través de Internet, trabaja fundamentalmente con el ordenador, e intercambia ideas y discute con otros colegas, en directo o por correo electrónico. Salvo excepciones, como el estudio de las vibraciones del Sol o de la radiación cósmica de fondo, sólo vamos al observatorio una o dos veces al año. Y nuestra tarea allí no consiste en mirar por el canuto del telescopio, sino en apuntar éste u otro instrumento al objeto de estudio y que dispositivos mucho más potentes que el ojo humano recojan la información contenida en la luz.
Hay muchas técnicas diferentes de observación; por ejemplo, obtener imágenes, o el espectro del objeto, es decir, su luz dispersada en longitudes de onda (o colores), medir la cantidad de radiación integrada o a través de determinados filtros, o la polarización de la luz, etc. Finalmente obtenemos ficheros digitales, chorros de ceros y unos que debemos leer e interpretar. Después de unos días en el observatorio, el astrofísico transfiere los datos a su centro de trabajo a través de la red o regresa cargado con un montón de cintas de 8 mm como las de los videos domésticos, o CD-Rom o ZIP. Y ahí empieza realmente su investigación.
De vuelta al despacho, lo primero es extraer los datos del soporte magnético y someterlos a una especie de ?cosmética? previa para corregir errores propios de los instrumentos de medida. Después se realiza un análisis para obtener información sobre las condiciones físicas del astro o región del espacio observados: temperatura, presión, composición química, densidad, movimientos, campos magnéticos, etc. Luego hacemos clasificaciones y estudios estadísticos, introducimos hipótesis nuevas o elaboramos teorías, construimos modelos físicos o simulaciones numéricas para describir el funcionamiento del objeto, o comparamos con los ya existentes para interpretar nuestros resultados.
La comunicación de descubrimientos científicos
Otra faceta esencial es la publicación de resultados en revistas internacionales de Astronomía y Astrofísica. Los artículos son sometidos a la crítica de un evaluador experto en el tema, muy exigente por lo general, y a veces la publicación puede ser rechazada o se retrasa meses porque el juez solicita revisiones o modificaciones para mejorar el contenido.
Un par de veces al año, en promedio, asistimos a congresos de Astrofísica, generales o específicos, donde presentamos comunicaciones orales o pósters (previamente aceptados por la organización) para mantenernos informados y actualizados. Las discusiones, críticas y apoyos son imprescindibles para nuestro trabajo.
Cordiales y astrofísicos saludos.
Inés Rodríguez Hidalgo es doctora del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), especializada en heliofísica, y frecuente colaboradora del programa de radio Canarias Innova, fuente original de este texto
.