Preparativos para el eclipse mexicano
El trabajo de ese eclipse en realidad tuvo una duración de cuatro
años: dos previos al fénomeno en preparativos y dos posteriores para
obtener los resultados de las observaciones.
Desde 1989 se comenzó a estudiar la region donde habria mayor garantia
de cielos despejados. Aunque el eclipse cruzaba gran parte del sur de
la República Mexicana, la época de lluvias que típicamente se inicia
en julio amenazaba a la observación. Estudios estadísticos mostraban
la Baja California Sur como un lugar potencial para observar sin
problemas. Una visita ese mismo año, con el apoyo de Jose Farah de
Anda, permitiría seleccionar el Ejido «La Matanza», al sur de La Paz,
como el lugar más cercano a la línea central de totalidad.
Paralelamente y en forma coordinada, Jose Farah trabajó en La Paz
creando toda una logística para la observación en un punto donde no
había siquiera energía eléctrica o agua. En Hermosillo, la recién
creada Área de Astronomía
preparaba los tipos de observación a realizar, el elemento humano que
participaría, principalmente estudiantes y el equipo a utilizar.
Sumada a la complejidad de la observación, se trabajó en un extenso
proceso para informar a la comunidad sobre el fenómeno a través de
conferencias, el folleto Eclipse en tres actos para las
escuelas y numerosos artículos. Una cuenta regresiva, treinta días
antes del fenómeno, permitió la aparición de un artículo diario
durante un mes en El Imparcial.
Con recursos personales, investigadores, estudiantes y equipo habrian
de viajar a La Paz para los últimos preparativos con diez días de
anticipación. El campamento en La Matanza fue instalado dos
días antes del fenómeno.
Observación del eclipse
Con un cielo totalmente despejado, el Sol emergió la mañana del 11 de
julio iniciandose la observacion. Dio inició el eclipse con la fase
parcial y minuto tras minuto el Sol fue desapareciendo con un notable
cambio en la tonalidad de los colores y un ambiente de alta disciplina con
cada observador trabajando.
A la hora calculada, el disco solar desapareció, dando lugar a una de
las vistas que probablemente ninguno de los participantes habrá de
olvidar en su vida: como un hoyo negro cercano al zenit, la Luna
ocultaba completamente al Sol y en forma majestuosa, con un blanco
puro, aparecia la corona
solar y las protuberancias de la cromosfera.
Los casi siete minutos de totalidad fueron exhaustivamente
aprovechados en toma de
fotografias, video y el ver, a simple vista la corona. En el
campamento, el Área de Astronomia, el CIAS, la Sociedad
Astronómica Orion, grupos de americanos e incluso Televisa, obtuvieron la mejor información
posible del fenómeno.
Resultados
Concluido el fenómeno, vendrían dos años para analizar las imágenes,
establecer relaciones de actividad, presentar el trabajo en un Congreso y
finalmente ver publicado el artículo donde la mayoría de los
participantes eran estudiantes que aun no concluían siquiera su
licenciatura. A diez años de distancia, cada uno de los participantes
ha tomado su camino.
El siguiente eclipse total de Sol visible en México ocurrirá el 8 abr
2024 y no habrá otro de igual duración al ocurrido en 1991 hasta
el año 2132.
A la distancia, aquella pequeña noche de siete minutos al mediodía del
11 de julio, permanece tan fresca en la memoria de todos como si fuera
en el presente.