El próximo sábado 28 de abril se celebra en todo el mundo el Día de la Astronomía. Por este motivo, y dado el carácter divulgativo y social que tiene nuestra entidad, la Agrupación Astronómica de Córdoba (AAC) ha organizado una Observación del cielo para cualquier persona interesada por los temas de la apasionante ciencia de la Astronomía. No importa la edad o el nivel cultural para mirar a través del ocular de un telescopio: todo el mundo siente curiosidad por conocer qué hay en el cielo. La primera vez que una persona mira a la Luna con un telescopio, se queda impresionada de la imagen real que está viendo de nuestro satélite. Puede observar sus cráteres, montañas, depresiones, cordilleras, valles… con una gama de contrastes y juegos de sombras indescriptibles.
En la observación del sábado 28 de abril podremos observar una fina luna creciente, y estamos seguros que esta visión cautivará a más de una persona curiosa que se acerque a mirar por nuestros telescopios. Pero podremos observar otros cuerpos de nuestro Sistema Solar. El planeta más grande del sistema planetario es Júpiter. No es un planeta como la Tierra o Marte: se trata de una enorme bola de gases (como hidrógeno y helio) en donde cabrían más de 1 000 planetas como el nuestro. Con el telescopio, podemos observar las bandas de nubes que rodean todo el planeta. Si Júpiter hubiese sido un poco más grande, se hubiese convertido en otra estrella, y tendríamos dos soles en nuestros cielos (aunque en tal caso, la Tierra no se habría consolidado como planeta). La primera vez que Galileo miró con su pequeño anteojo hacia el cielo, lo hizo apuntando al planeta Júpiter. Descubrió cuatro pequeñas lunas que giraban alrededor de él. Los satélites jovianos, como ahora se conocen, se pueden observar sin ninguna dificultad con cualquier pequeño telescopio. Estos satélites tienen en realidad el tamaño del planeta Mercurio, y están siendo ampliamente investigados por las sondas espaciales que se envían a Júpiter.
Otro planeta que podremos observar será Saturno, el Señor de los Anillos. Saturno también es un planeta de gases. Lo más impresionante de este planeta es su sistema de anillos. Los anillos están formados por rocas diminutas y hielo, provenientes de un gran satélite que se acercó demasiado al planeta y fue destruido por las fuerzas de marea. Desde nuestra posición en la superficie terrestre los anillos aparecen continuos y provocan sombra sobre el disco planetario. Podemos ver alguna discontinuidad entre ellos, como la división de Cassini.
Sin embargo, no es necesario un telescopio para contemplar el cielo. Podemos reconocer muchas cosas con nuestros propios ojos. Un simple planisferio (un buscador de estrellas) nos bastará para encontrar las constelaciones y las estrellas más brillantes. Podremos reconocer la silueta de la Osa Mayor, y usarla para encontrar la Estrella Polar (que no es la más brillante del cielo, sino la estrella más cercana al Polo Norte Celeste, y parece que siempre está en el mismo sitio) o a la estrella gigante roja Arturo. También aprenderemos a localizar algunas constelaciones del Zodíaco, como Géminis, Cáncer, Leo o Virgo, u otras muy importantes en la Mitología Griega, como Orión, Casiopea, Hydra o Hércules. Conocer el movimiento aparente de la bóveda celeste, así como las constelaciones, nos servirá para orientarnos por la noche, sin la ayuda del Sol.
No obstante, existen muchos más objetos que podemos contemplar en los cielos. Entre esa multitud de estrellas que nos revela la oscuridad del campo surgen nebulosas, cúmulos de estrellas y galaxias. A primera hora de la noche nuestros telescopios también apuntarán a la Nebulosa de Orión, que se distingue sin dificultad a simple vista incluso desde la ciudad como una estrella borrosa en la constelación de Orión. En realidad, la Nebulosa de Orión es un enorme criadero de estrellas. En estos lugares, nacen las estrellas. Se encuentra a una distancia de 1 300 años-luz. Con un pequeño telescopio se aprecian los detalles de sus nubes de hidrógeno, así como un asterismo de cuatro estrellas que recibe el nombre de «El Trapecio». Esta nebulosa es continuamente observada por el Telescopio Espacial Hubble, y gracias a ella se han podido realizar grandes avances en las teorías astrofísicas de la evolución de las estrellas.
Podremos observar también cúmulos de cientos de estrellas, como el Pesebre (en la constelación de Cáncer) o el famoso cúmulo de las Pléyades (en Tauro). También existen otros enjambres de estrellas con miles o incluso millones de miembros. Son los cúmulos globulares, cuerpos que están en torno a nuestra Galaxia. Conociendo con profundidad a estos cúmulos, los astrofísicos pueden sacar importantes conclusiones sobre la formación de la Vía Láctea y de nuestro Universo.
Pero, sin duda, la época de la primavera es la más famosa para los astrónomos por la gran cantidad de galaxias que se pueden ver. En esta época del año, después de ponerse el Sol estamos mirando hacia las constelaciones de Virgo y Leo, en donde nos encontramos literalmente miles de galaxias. En la observación del día 28 podremos ver alguna de las galaxias más brillantes. Por ejemplo, observaremos la galaxia gigante M84. Quizás lo que más estremece a una persona es que ese objeto nebuloso que está observando a través del telescopio es en realidad un conjunto de miles de millones de estrellas, otro universo-isla perdido en la inmensidad del vacío intergaláctico, situado a más 12 millones de años luz de nosotros…
Para observar el firmamento, necesariamente debemos huir de las luces de la ciudad, y buscar un cielo lo más limpio posible. De esta forma, nos reuniremos en las inmediaciones del Hotel Meliá, en el Paseo de la Victoria, para salir alrededor de las 21:00 horas hacia el lugar de observación, emplazado cerca de «el Vacar». Los telescopios serán proporcionados tanto por la AAC como por algunos de sus socios. El desplazamiento se realizará mediante vehículo propio. Creemos que se trata de una actividad alternativa de ocio muy buena para un sábado por la noche. Esperamos tu asistencia.