Tras el descubrimiento de Plutón en 1930, el Sistema Solar quedó completo: una estrella que irradiaba energía y nueve planetas que la reflejaban. Se abría la veda para la búsqueda de más planetas en otros lugares del Universo. Desgraciadamente, dado que los planetas se suelen encontrar muy cerca de las estrellas, es misión imposible verlos a través de telescopios con las técnicas actuales.
Pero a grandes males, grandes remedios. Si la tecnología no les permite fotografiar planetas directamente, los astrofísicos pensaron que lo mejor era detectar sus efectos indirectos en las estrellas. Así que desarrollaron dos métodos, los dos basados en el estudio del movimiento.
Tal como el sistema Tierra-Luna, los sistemas solares tienen un centro de masas, alrededor del cual giran los cuerpos. La estrella de un sistema solar describirá una órbita alrededor del centro común. Observando con precisión el movimiento aparente de varias estrellas desde la Tierra, aquellas con compañeros cercanos parecerán estar borrachas, describiendo una trayectoria oscilante. A partir de esta trayectoria y de unos sencillos sencillos cálculos se puede determinar la masa del objeto acompañante.
El otro método consiste en medir velocidades de recesión. Al igual que el sonido de un tren, la luz se hace más grave o más aguda dependiendo de si la fuente emisora se acerca o aleja de nosotros. Este efecto en las ondas, conocido como Doppler, puede ser medido con alta precisión. Los astrónomos han aplicado este principio a las estrellas.
En 1995, Michael Mayor y Didier Queloz, dos astrónomos pertenecientes al Observatorio de Génova, descubrieron indirectamente el primer planeta extrasolar orbitando a 51 Pegasi mediante el efecto Doppler. Esta estrella es de tipo solar y puede ser vista simple vista. El planeta tiene la mitad de masa que Júpiter y orbita a una distancia 7 millones de kms, 8 más cerca que Mercurio del Sol.
Desde entonces se han descubierto unos cincuenta planetas extrasolares invisibles. Lo más curioso de estos planetas es que la mayoría parecen orbitar muy cerca de sus respectivas estrellas, no ajustándose para nada al estándar del Sistema Solar. Por supuesto, se trata de un producto estadístico producido por el propio método de descubrimiento.
Precisamente, algunos científicos dudan de que todas las detecciones sean realmente planetas. Por ejemplo, siete orbitan a púlsares, núcleos degenerados de estrellas masivas que han explosionado ¿cómo pueden haber sobrevivido esos planetas a las violentas supernovas?
En octubre del pasado año, un equipo de astrónomos liderado por María Rosa Zapatero (Instituto de Astrofísica de Canarias) obtuvo fotografías de objetos de muy baja masa flotando libremente y de muy reciente creación en una zona de formación estelar. El aluvión de preguntas que han surgido a partir del descubrimiento de estos planetas flotantes es abrumador: ¿Son esos objetos planetas errantes? ¿Se formaron junto a estrellas y luego fueron expulsados? ¿Pueden formarse los planetas a partir del colapson de una nube de gas, tal como si fuese una estrella o una enana marrón? ¿Qué es, en definitiva, un planeta?
El descubrimiento de otros planetas fuera de nuestro Sistema Solar es uno de los avances más esperados en la astronomía del acabado siglo XX. Las investigaciones realizadas en este campo empiezan a permitir situarnos al Sistema Solar en el espacio, con perspectiva. Hasta ahora, lo que nos cuentan las estadísticas de estos es que un sistema planetario compuesto de grandes planetas como Júpiter y Saturno rodeado de otros más pequeños podría ser poco común. Los grandes planetas descubiertos tienen órbitas elípticas, en lugar de circulares, y podrían expulsar a los pequeños planetillas terrestres a órbitas mucho más frías o convertirlos en merienda de estrellas.
Quizás el Sistema Solar es mucho menos común de lo que filosóficamente les gustaría a los científicos (¡y no digamos a los del SETI!). O quizás no. Aún tendremos que esperar algún tiempo para ver planetas de tipo terrestre.
Una de las misiones que están en estudio es Kepler, una observatorio espacial propuesto por la NASA.