Usando tu telescopio
robotizado, comienzas a conversar con un amigo, y al mismo tiempo
tratas de observar una zona del cielo. Y equivocando las coordenadas
al teclear la posición del cielo que querías observar, quizás
encuentres que un asteroide pasa por tu campo de observación. Esta
fue la forma en que un aficionado estadounidense, Leonard Amburgey,
encontró a comienzos de mes un asteroide cercano a la Tierra.
El asteroide, clasificado ahora como 2000 NM, es uno de los
muchos que los aficionados están descubriendo ayudados de cámaras
digitales y búsquedas automatizadas. Por lo general, descubrir
asteroides no requiere grandes equipos, pero para obtener una órbita
precisa y así conocer con certeza la potencial peligrosidad de estos
cuerpos celestes, sí que se requiere gran constancia y dedicación.
Es con esta constancia y dedicación con la que el
Grupo de Estudios Astronómicos
se ha hecho con la denominación de cinco asteroides, y ha descubierto
otros tantos, aún sin nombre definitivo.
Es precisamente gracias a los aficionados, y algunos grandes
telescopios robóticos, el que el campo de seguimiento de asteroides
haya explotado de forma exponencial en los últimos años. La base de datos del
Centro de Planetas Menores,
dependiente de la Unión Astronómica Internacional
había recopilado 270 mil registros de posición hasta 1978. En 1996, la suma
ascendía a un millón. A mediados de este año, la cifra es de 4,5 millones
de registros.
Leonard Amburgey, profesor de una escuela secundaria, usó una
cámara digital, la ST-7E, sobre un telescopio de 20 centímetros de
diámetro. tiene una página en Internet en la que describe
su
descubrimiento.