«… El rey García Sánchez III, llamado el de Nájera, acudía a inspeccionar
las obras de la nueva iglesia que se estaba construyendo bajo su mandato en
el antiguo monasterio de Leyre. El abad Sancho acababa de morir y su último
deseo fue ser sepultado en la preciosa cripta románica bajo la cabecera de
la iglesia.
La conocida hospitalidad de los frailes, probablemente alargó la visita
más de lo previsto, lo que le obligó a pernoctar en el monasterio. De
madrugada, sin oír misa, partió rápidamente. Tenía prisa en llegar a la
capital de su reino pues debía preparar la campaña militar contra su hermano
Fernando. Éste había heredado Castilla y, tras haberse convertido en monarca
de León, le disputaba unas tierras fronterizas.
En un alto en el camino, ya a las puertas de Pamplona, uno de sus
hombres extendió su mano hacia el cielo y exclamó: «una señal, por Dios, una
señal». Y allí, entre las primeras luces del día, una gran luminaria, como
si una gran estrella no quisiera rendirse a la llegada del Sol, resplandecía
en dirección a la Sierra donde se ubicaba el monasterio.
El rey detuvo la comitiva e inmediatamente hizo llamar a los astrólogos
árabes de Tudela. Estos llegaron encabezados por el sabio Ezra quien anunció
al rey que esa nueva estrella que brillaba junto al cuerno derecho de la
constelación del Toro, no podía ser si no la inequívoca señal que le
vaticinaba una gran victoria sobre su hermano.
Dos meses después, el primero de Septiembre, moría en Atapuerca García
Sánchez III, llamado el de Nájera a manos de Fernando, a quién sus
astrólogos también le habían pronosticado una victoria total».
Fue en el año 1054, hace mil años: apareció en el cielo una nueva estrella.
Su brillo era tan intenso que competía con el de la Luna y, según cuentan
las crónicas de la época, pudo verse incluso de día durante tres semanas.
Hoy sabemos que ese fenómeno celeste, al que llamamos supernova, es el
dramático final de la vida de una estrella mucho más grande que el Sol.
Durante unos 45 minutos, esta producción del Planetario de Pamplona
narra algunos de los fenómenos relacionados con la llamada evolución
estelar: aunque nos parezca que las estrellas, nuestro propio Sol,
permanecen igual, sin cambiar con el tiempo, lo cierto es que nacen, se
desarrollan a lo largo de su «vida», y acaban muriendo. Pero la vida de las
estrellas tiene escalas de tiempo gigantescas en comparación con una vida
humana.
Así, aunque estos fenómenos se producen en el Universo desde mucho antes
que el ser humano caminara sobre la superficie de este pequeño planeta
llamado Tierra; aunque nuestro propio Sol -que nació hace 5.000 millones de
años- tuvo una o varias antecesoras que explotaron como supernovas, sólo en
este siglo que está a punto de acabar hemos podido descifrar en parte el
misterio de la vida de las estrellas. Las más recientes imágenes captadas
por el telescopio espacial Hubble y por los grandes telescopios de reciente
construcción en tierra nos hablan de un Universo de colores y formas
espectaculares: nubes de gas y polvo donde nacen las estrellas, nebulosas
que forman esas mismas estrellas al morir o, en una escala aún mayor, las
increíbles galaxias, agrupamientos de cientos de miles de millones de
estrellas, gas y polvo nos presentan un escenario desconocido hasta hace
relativamente pocos años. Un escenario, nuestro Universo, que merece la pena
ser contado de manera accesible para el público general.
Uno podría pensar: ¿qué tiene que ver conmigo algo tan extraño como una
supernova? La respuesta es sencilla, aunque curiosa: la sangre de cada ser
humano contiene hemoglobina, una compleja molécula capaz de llevar el
oxígeno a las células y fundamental por lo tanto para la vida. Cada una de
esas moléculas que nos permiten vivir contiene un átomo de Hierro… Pues
bien, todo ese Hierro nació en el interior de una estrella que explotó como
supernova. Igual que todo el oro que conocemos en la Tierra y cuyo origen
fue ese crisol alquímico, esa explosión brutal que hace que una estrella
libere tanta energía en unos meses como la que el Sol mandará al espacio
durante toda su vida. Somos polvo de estrellas, porque la materia de la que
estamos compuestos se generó en soles que vivieron y murieron antes que el
nuestro.
SUPERNOVA es un audiovisual desarrollado íntegramente por el equipo de
producción del Planetario de Pamplona, con guión y dirección de Marcelo
Otsoa de Etxaguen y Fernando Jáuregi, en el que han colaborado más de veinte
profesionales de todas las áreas.
Cuenta con más de quinientas imágenes de objetos celestes. Entre ellas
destacan las obtenidas por el telescopio espacial Hubble y por los gigantes
del complejo VLT que el Observatorio Europeo Austral está instalando en el
desierto de Atacama, Chile. El montaje se completa con más de 15 minutos de
secuencias de vídeo, entre ellas numerosas animaciones por ordenador
diseñadas y producidas en el propio Planetario y, como no, con las estrellas
del gran proyector que preside la sala de proyecciones Tornamira. La banda
sonora ha sido realizada por el músico y compositor Joxan Goikoetxea.
La proyección se estrena en su versión en Castellano (locución de
Carlos Molíns y Alex Ruiz Pastor) y Vascuence (Lucio Tabar y Joseba Redin).
Tras su estreno en Pamplona, donde podrá ser contemplado durante el próximo
semestre, supernova viajará también al Museo de las Ciencias de Castilla-La
Mancha, en Cuenca.
Más información.
Planetario de Pamplona Sancho Ramirez, s/n E-31008 Pamplona (Spain) Email: planetario@cin.es. Phone: (34) 948-262628 Fax: (34) 948 261919